El otro ‘boom’ ¿latinoamericano?

La curadora Iria Candela plantea la existencia de una propuesta latinoamericana en arte visual; otros reniegan de esa identificación geográfica.

02 marzo 2014.

Quizás en el 2040 –si la tesis de la curadora española Iria Candela termina de asentarse– estaremos celebrando los 50 años del ‘boom’ de las artes visuales latinoamericanas (como ya pasó en el 2012 con los 50 años del ‘boom’ latinoamericano de la literatura).

O quizás no, si es que nos ponemos más alertas respecto de lo que la etiqueta ‘latinoamericano’, para cualquier producto/expresión artística, puede significar y decidimos desechar el apelativo. La propuesta de Candela, curadora de la Tate ModernSEnDuno de los museos de arte contemporáneo más importantes del mundoSEnD es innegablemente sexi. Y, por supuesto, está cimentada en la notoriedad y vigor que ha cobrado el arte hecho (geográfica y/o conceptualmente) desde América Latina en la escena mundial del arte contemporáneo. Con 20 nombres de probada trayectoria, reconocidos en los espacios más ‘quisquillosos’, Candela enfrenta las aguas turbulentas de la crítica de arte; otro detalle: uno de los nombres de la lista es el del ecuatoriano Tomás Ochoa.

Indiscutiblemente distintas entre sí, sin embargo, las obras de los protagonistas de este ‘boom’ comparten un carácter confrontacional con el statu quo; se han desmarcado de la galería y el museo; son de difícil o imposible instrumentalización para cualquier causa; caminan por el andarivel del antidiscurso... Entonces, ¿qué las diferencia de la obra de artistas contemporáneos de otras latitudes? Tanto Candela, como el curador cubano y autoridad en la materia Gerardo Mosquera dirían que nada. Porque el arte propuesto en estas tierras es global y no se ciñe a la ‘identidad’ blandida como panfleto.

Para la española, el elemento aglutinadorSEnDaunque inasibleSEnD tiene que ver más con un contexto socioeconómico de la región, una cierta vibración de las calles latinoamericanas, que de alguna manera adquieren cuerpo en estas obras de narrativas “muy imaginativas que se niegan a los mensajes directos”. Es decir, para Candela, el factor político, no politiquero, es crucial en lo que ella denomina arte latinoamericano.

Mosquera se cuida del etiquetamiento y se inclina por hablar de “arte hecho desde” la región; lo hizo en su ensayo ‘Del arte latinoamericano al arte desde América Latina’, en Art Nexus (abril del 2003). Y si nos ponemos exquisitos y conceptuales, incluso la existencia de Latinoamérica entra en discusión. Pero ese es otro debate. Sin embargo, el curador cubano no niega un ‘look’ latinoamericano en la obra de muchos de los artistas más representativos del subcontinente. Para él, ese ‘look’ tiene que ver con componentes culturales “que actúan dentro del discurso de sus trabajos más que en relación con una visualidad específica”, como señala en su ensayo ‘Against Latin American Art’.

Superada o no la neurosis continental por la identidad (conflicto antiguo y tedioso donde los haya), lo que sí es cierto es que cada vez más desde el arte visual, lo latinoamericano deja de tener relación con lo ‘tropical’ y lo exótico. Tal vez esa sea una de la conclusiones cuando en 50 años estemos celebrando su ‘boom’.

Ivonne Guzmán. Editora
iguzman@elcomercio.com

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