Los familiares besan las lápidas para recordar a sus muertos

Las muestras de cariño hacia los muertos se restringen. En los cementerios modernos y en los nuevos pabellones de las antiguas necrópolis hay reglas que seguir. Actualmente, la tendencia es estandarizar las lápidas y sugerir a los familiares que no pongan flores naturales.

En la planta baja del pabellón 17 del cementerio de El Batán existen cerca de 1 000 nichos. Todos tienen una lápida blanca con matices grises en la que está escrito el nombre del difunto, la fecha de su muerte y el número de registro. A un costado está tallada una cruz. En los extremos hay dos salientes, parecidos a ganchos de mármol, en los que se dejan flores artificiales.

En la lápida 2189 hay un atado de dos rosas de plástico y un girasol de felpa. En el nicho 2186 están pegadas dos tarjetas de cumpleaños. El difunto falleció dos días antes de celebrar los 45 años. Sus dos hijas le dejaron, la mañana del jueves 22 de octubre un recuerdo por el onomástico.

Todas las lápidas son iguales. Esta estandarización aplica en los pabellones 16, 17 y 22 del cementerio Padre Mariano Rodríguez El Batán. El color blanco uniforme de las láminas de mármol es sobrio y elegante para Christian Duque. Ella visita a su mamá quien murió de un paro cardiaco hace 4 años.

Hay lápidas en las que están colocadas calcomanías infantiles

Marco Valenzuela, gerente de la Sociedad Funeraria Nacional, mencionó que en estos tres pabellones se impide la colocación de flores naturales por dos motivos. El primero es porque se mancha el mármol y se ensucian los alrededores. Incluso el piso ya no es de cemento sino de porcelanato. El segundo motivo es por salud. Cuando las flores se pudren traen mosquitos que propagan enfermedades.

En otros pabellones y en otros cementerios, los familiares, en su mayoría, dejan las flores y no las retiran. Con el paso de los días, meses y años se pudren y generan contaminación. Es común ver moscas de panteón cerca de flores muertas. Las administraciones contratan servicios para fumigar.

Otro inconveniente que se puede observar es la afectación a nichos aledaños al que se deja flores. Cuando las personas arreglan las lápidas que están en los “últimos pisos” de los pabellones dañan a las que se encuentran debajo. El agua que riegan para que las flores recién colocadas se conserven por unos días queda desperdigada hasta que un trabajador del cementerio la limpie.

Los familiares colocan mariposas y flores plásticas para cubrir la lápida en su totalidad

Hay personas que se niegan a obedecer las reglas. Buscan una alternativa para exteriorizar el cariño por sus muertos. En el mármol hay marcas de besos. Camila Cervantes, de 19 años, siente que esta es la única forma de expresar su sentimiento. Ella remarcó sus labios, se acercó a la lápida 1122 y dejó su marca. Repitió el proceso por tres ocasiones.

En la tumba 968 hay 30 besos y tres leyendas. “Te amo, mi ángel te amo” sobresale. En cambio, en la lápida 2218 hay calcomanías de dibujos animados. Los cuidadores señalaron que fueron colocados por una madre que perdió a su hijo.

La escarcha y la pintura se utilizan para dejar mensajes en días especiales

Al no poder traer flores o tarjetas, esta es su forma de desahogarse. “Las flores artificiales son para siempre. No me gusta visitar a mi papá e irme sin decirle a mí manera que lo amo”, dijo Claudia, quien prefirió no dar su apellido.

Los cuatro empleados que se encargan del mantenimiento no borran las marcas de besos, ni quitan las calcomanías y tarjetas que se pegan en las lápidas. Jorge, Luis y Carlos, empleados del cementerio, solo quitan las flores naturales que entraron “de contrabando”.