INQUIETANTEMENTE
REAL

Por eso estamos fascinados con Ron Mueck.

El extitiritero hiperrealista
Ron Mueck nació en 1958 en Melborune, Australia; hijo de inmigrantes alemanes. Mueck tiene mucho de qué jactarse: ex titiritero, trabajó en animaciones, en cine y publicidad, y saltó a la fama cuando Charles Saatchi incluyó en la muestra ‘Sensation’, de la National Gallery: ‘Dead man’, el fiel retrato escultórico de su padre, desnudo y muerto.

05 Enero 2013.

Son escenas simples, de la vida cotidiana: dos adolescentes agarrados de la mano, una pareja bajo una sombrilla, otro que toma sol en la pileta, o un hombre que levanta su remera (camiseta) para mostrar una herida. Las esculturas hiperrealistas del australiano Ron Mueck son increíblemente perturbadoras: el parecido con la realidad es alucinante pero, como no son a escala humana (siempre son más chicas o más grandes), el ojo reconoce lo que ve pero el cerebro sabe que hay algo estrictamente imposible.

En París fue un éxito: más de 300 000 personas, récord para la Fondation Cartier desde su creación en 1984. Ron Mueck ya había expuesto en Cartier en 2005, pero la muestra que duró hasta octubre del 2013 fue más completa. La expo viajó a la Fundación PROA, en Buenos Aires (del 16 de noviembre del 2013 al 23 de febrero del 2014). Y después se va al Museo de Arte Moderno de Río (Brasil).

Esta muestra se abre con ‘Máscara II’, el autorretrato gigante del rostro perfilado del propio artista dormido, como si estuviera apoyado en una almohada. La piel fina y arrugada en los párpados, las ojeras, los labios carnosos y entreabiertos, el cabello que parece natural, pero es de caballo, hacen pensar si las obras y personajes que se introducirán después no son producto de ese estado de sueño profundo.

Hay una humanidad inquietante en la monumentalidad de ‘Pareja bajo una sombrilla’. Un matrimonio de ancianos resguardados de los rayos del sol, inmersos cada uno en sus propios pensamientos. Se intuye una vinculación fuerte entre ellos: él se apoya en las piernas de ella y la sujeta del brazo.

¿Qué piensan? ¿Cómo es ese vínculo reservado que queda librado al observador? Justin Paton, en el texto curatorial del catálogo, habla con razón del diálogo entre dos introspecciones. Pero esa misma noción podría trasladarse a su elenco humano: la mujer proletaria que, cargada de bolsas con compras en ambas manos, traslada a su bebé con la presión que ejerce un sobretodo sobre su cuerpo; la pareja de jóvenes que simulan un idilio, aunque cuando uno recorre las figuras por detrás, descubre que él sostiene la muñeca de la chica con fuerza por medio de una rara torsión -¿la sujeta contra su voluntad?-; hombre desnudo con los brazos cruzados y a la deriva en un bote, y el que toma sol sobre una colchoneta, en una ‘pileta’. El agua es una pared celeste iluminada por un gran reflector; la última obra es un pollo, maniatado en sus patas, tendido boca abajo, tajeado, y con su grasa deslizándose por el pico.

¿Cuál es la intención de Mueck? ¿Qué historias quiere contarnos? Una aproximación posible, primero, podría ser la del engañoso desvanecimiento entre la realidad y la ficción. Y la escala aporta a esto. Pero ya en los límites de esta última, la carga significante estará indefectiblemente signada por el lastre de la propia percepción.

Loreley Gaffoglio y Nathalie Kantt - La Nación, Argentina - GDA

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