Johnny Machado: Loquillo

El payaso Loquillo no traga basura


El siguiente número del payaso Loquillo consiste en evitar que a su hija de 18 meses le agarre, nuevamente, un ataque de celos e introduzca sus pueriles dedos en los tiernos ojos de su hermana, que apenas tiene 22 días de nacida.

Katrina se llama la hija celosa. Lleva ese nombre en honor al huracán que en el 2005 causó horrores en el océano Atlántico. “¡Es igual de terrible!”, la compara este payaso (cuyo nombre real es Johnny Machado), mientras acaricia el cabello de su pequeña para apaciguar la temporada de engreimiento por la que está pasando. Acostumbrada a ser la más pequeña de la casa, en los últimos días Katrina se vio obligada a ceder ese terreno a Patrick. Así que es normal que de vez en cuando acuda a la cuna de su nueva hermana y le jale los cachetes hasta dejarlos colorados y le frunza las cejas y la mire con rostro de "¡aquí en la casa mando yo y mis padres me quieren más a mí!".

En esas anda el payaso Loquillo, distribuyendo equitativamente cariño a sus dos hijas para evitar envidias. Por estos días, vive en la casa de su suegra para que su esposa, que recién dio a luz y aún sigue sensible, tenga alguien más quien la cuide.

Loquillo recién acudió al reencuentro con sus excompañeros del Colegio Salesiano Domingo Comín. "Fui el único que llegó a pie. Todos llegaron en carros 'bien puestos'. Les va excelente: algunos son doctores, otros abogados, también hay ingenieros. Yo escogí ser payaso", dice casi con decepción, mientras destapa el frasco donde guarda –no su bisturí ni herramientas de ingeniería alguna- sino su inocente nariz roja.

25 de sus 45 años los ha dedicado al muy serio oficio de hacer reír. Se inició en los circos, viviendo en carpas junto a malabaristas, domadores y animales, yendo de pueblo en pueblo, como nómada.

Casi una década vivió debajo de esas carpas rodantes hasta que decidió que en adelante trabajaría para él: ofrecería funciones privadas en casas. Su decisión se afianzó cuando notó que en los circos, cada vez, los payasos tenían menos protagonismo y eran reemplazados por estrellas de televisión. "Ya no es como antes. Ahora les dan más espacio a La Vecina, al Cholito...".

Actualmente es presidente de la Federación Nacional de Payasos y Afines del Ecuador (Fenapae), que agrupa a 2 022 de estos seres cómicos. Hace unos meses tuvo un almuerzo con el presidente Rafael Correa. No acudió con sus zapatos largos y puntiagudos ni con su nariz plástica ni con el excesivo maquillaje que se echa en el rostro. Fue enternado, meticulosamente peinado y con una carpeta repleta de reclamos.

Firme como un poste de luz, le exigió a Correa que, por favor, ya no les diga payasos a sus enemigos políticos, que no los ridiculice de esa forma, que está minimizando el oficio.

Tan tajante como la lucha que emprende para que muchos negocios privados quiten esos basureros que tienen forma de cara de payaso, con la boca abierta, dispuesta a recibir los desechos de otros. “¡Nosotros no tragamos basura! Lo único que tragamos son sueños. Sueños e ilusiones”.

Arturo Cervantes. Redactor

© Derechos reservados. 2013 GRUPO EL COMERCIO. Queda prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, de todos los contenidos sin autorización expresa del GRUPO EL COMERCIO.