Fauna vulnerable en el yasuní

La caza y el tráfico ilegal son parte de la problemática del Parque Nacional Yasuní. El MAE tiene ocho guardianías para el control.

13 abril 2014.

La pantera es bella, negrísima, fornida. Atraviesa como una sombra, sin prisa, por un colchón de helechos y hojas secas. Fotografiada a las 06:09, por el lente de una cámara digital Reconyx. Ese es un documento de su existencia en la selva del Pindo, en el callejón de amortiguamiento de la Zona Intangible, en el Parque Nacional Yasuní de la Amazonía de Ecuador.

La pantera negra es un jaguar melánico, incluida como vulnerable (VU) en la lista roja de la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (Cites). Amenazada por la actividad extractiva y la cacería, que la repliegan en un territorio limitado.

Un informe de la Wildlife Conservation Society (WCS) dimensiona ese riesgo. “En extensas áreas del Parque Nacional Yasuní, los jaguares y la gente comparten las mismas especies presa y las mismas áreas de cacería. El monitoreo de jaguares demuestra que la probabilidad de detectar esta especie varía significativamente según la dependencia que los cazadores mantienen de la fauna”.

Este Diario accedió a información actualizada de las actividades de caza, perpetradas por humanos en el Parque Nacional Yasuní (PNY), un lugar reconocido por la Unesco como Reserva de la Biósfera en 1989, hábitat de 200 especies de mamíferos, de 610 tipos de aves, de 107 especímenes de reptiles, etc.

Según un reporte de la Jefatura del PNY, el año pasado se hallaron 1 640 libras de carne de monte (partes constitutivas, cortadas) de 10 especies protegidas de la reserva. Su destino eran los mercados, como el de Pompeya, el comercio para consumo humano. La mayor parte de ese hallazgo, 708,7 libras, correspondía a un animal en peligro crítico (CR) de extinción: el pecarí de labio blanco.

El Código Penal reprime con cárcel de 1 a 3 años a quien cace, capture, extraiga o comercialice especies protegidas (art. 437 F). La Ley Forestal sanciona con una multa de 500 a 1 000 salarios mínimos vitales a quien comercialice animales vivos o elementos constitutivos de estos.

¿Quiénes cazan en la reserva? La mayoría de infractores habita en las comunidades del Parque Nacional Yasuní y en el área de amortiguamiento. El Ministerio del Ambiente (MAE) lo admite y sostiene que, desde el incremento de la vigilancia, en el 2009, hay menos actividad. El organismo cuenta con ocho guardianías para el control.

Según la Jefatura del PNY, en efecto, los operativos pasaron de 66 en el 2011 a 101 en el 2013 (este 2014 ya hubo 17). En el 2012 se habían detectado 2 445 libras de carne de 16 especies protegidas, incluidas partes de dos animales emblemáticos del Yasuní, el caimán negro y el armadillo gigante, ambos en categoría VU. Una cámara trampa, cerca de Añangu, en el norte del parque, captó un armadillo similar (Priodontes maximus), de 1,60 metros de largo, saludable.

Esas cámaras, instaladas en el PNY, se activan con sensores de movimiento y sirven a los investigadores “para detectar presencia o ausencia de animales, registrar horas de actividad y comportamientos, así como para el control y vigilancia en áreas protegidas”, dice el MAE.

Adriana Burbano, directora de WCS Ecuador, identifica dos tipos de cacería en el PNY: de subsistencia y comercial. Esta última, ilegal, “realizada por comunidades kichwa y waorani”. Y agrega que a pesar de los controles del MAE, “el impacto aún se mantiene, la carne de monte está saliendo del PNY utilizando otras vías y otros días de comercialización. Ya no sale los sábados, sino entre semana y por vía fluvial; en otros casos la carne sale directamente a Coca y Tena, sin los intermediarios”.

Con excepción de las 708,7 libras de pecarí de labio blanco, la Jefatura del PNY no halló durante el 2013 carne cortada de especies amenazadas en ninguna de las tres áreas de su monitoreo: el PNY (Tambococha, Vía Maxus y Pindo), sitios de influencia (Vía Auca, Los Zorros y Puerto Francisco de Orellana) y zona de amortiguamiento.

Burbano plantea que, para preservar las especies, se deben generar alternativas productivas, como la crianza de animales de corral y peces nativos; así como educar a los niños de la zona en la conservación y manejo de fauna silvestre; y comprometer más a las FF.AA. y Policía para apoyar el control del Ministerio del Ambiente.

Desde el 2011, la Jefatura del PNY no solo halló carne de monte, sino también 90 individuos vivos: 54 reptiles, 27 mamíferos y nueve aves, blanco del tráfico de fauna silvestre.

Entre ellos había dos especies en peligro crítico: anacondas y pecarís de labio blanco. También cinco caimanes negros, cuatro perezosos, dos ocelotes. Una cámara trampa captó un ocelote, carnívoro, a las 22:11, dentro del Yasuní. Libre, sorprendido por una luz, con sus ojos vidriosos como diamantes.

Dimitri Barreto P. Editor
dbarreto@elcomercio.com

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