EN ECUADOR AÚN SE CONSERVA EL BOSQUE NUBLADO

El 55% del total de espacio que ocupaban en el planeta se perdió. En el país, los flancos occidentales, donde está la Región Costa, son los más afectados.

09 febrero 2014.

Se imagina si Argentina desapareciera o si dos ‘Colombias’ se desvanecieran. Esa, tal vez, es una analogía que permite comprender la devastación del bosque nublado en el mundo. Las cifras hablan: 2,7 millones de km² -que representan 55% del total de espacio que ocupaban en el planeta- se han perdido.

La valía de este ecosistema está dada por su capacidad para abastecer de agua a poblaciones enteras; en su misteriosa y encantadora niebla se esconden mamíferos, plantas, aves que son endémicas. Para el olinguito esta es su casa. Este bosque está presente en 60 países de Asia, África Central, Centro y Sudamérica. En este último está en la cordillera de Los Andes, entre 1 500 y 3 000 m sobre el nivel del mar.

Otras tres características hacen de este bosque una riqueza inigualable: regulan los ciclos hídricos, controlan la erosión y reducen las inundaciones.

Leonardo Sáenz, director de Ecohidrología de Conservación Internacional, buscó la relación de este ecosistema con represas que generan energía.

Las conclusiones de su estudio son contundentes: a pesar de que solo ocupan el 4,4% del área que alimenta a las represas tropicales, el bosque nuboso filtra cerca del 50% de agua disponible de estos embalses. Es decir, son indispensables para su funcionamiento.

Para Hugo Navarrete, decano de la Facultad de Biología de la PUCE de Quito, son una joya para Ecuador, principalmente, por regular el agua. Al tener plantas a gran altitud chocan con las nubes, condensan el líquido y se da un constante goteo que termina en el suelo, donde se retiene, para evitar las inundaciones, o se filtra poco a poco, en época de sequías. El musgo -que vive sobre los árboles- ayuda en este proceso.

En los últimos 100 años, los desbordamientos de los ríos se han vuelto cada vez más graves en la Costa, por la pérdida de estos reservorios, que están en los flancos occidentales de la cordillera andina. Navarrete contabiliza al menos 12 carreteras, que van de la Sierra a la Costa y que cruzan estos bosques, como parte del deterioro de los bosques de neblina.

En los extremos orientales la afectación es menor por la topografía que tienen, sus inclinaciones pronunciadas no permiten actividad humana a gran escala y esto hace que sean menos amenazados que el bosque tropical de la Amazonía y los páramos. Además, una gran área de este bosque es parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, por ejemplo, está en la reserva Mindo-Nambillo, que se extiende desde las faldas del volcán Pichincha. También están en las zonas de la cordillera del cóndor, de los guacamayos, Los Llanganates, Zumaco, etc.,de difícil acceso.

La amenaza más grande en el caso ecuatoriano sigue siendo la conversión de este bosque en carbón, de forma artesanal.

En el margen derecho de la carretera Calacalí-Nanegalito es evidente la desaparición de del bosque por esta causa. Estudios, han revelado incluso que la extracción de madera a través del carbón es más grande que la de fines comerciales. Estos bosques son dinámicos, pero cuando se remueve la capa vegetal se erosiona y en consecuencia aparecen grandes extensiones deforestadas. Entre el 2000 y 2008, la mayor tasa de deforestación se concentró en la Costa, con 25 481 hectáreas por año. Esmeraldas es el caso más grave.

A este le sigue la parte oriental de Los Andes, con 21 505 hectáreas por año. En los valles interandinos apenas son 50 hectáreas anuales, según la Línea Base de Deforestación del Ecuador Continental.

La proporción de bosque de neblina a escala global no sobrepasa el 3% del área total ocupada por bosques tropicales, tanto en partes altas y bajas, enfatiza Manuel Guariguata, investigador del Center for International Forestry Research.

En Latinoamérica, añade, desaparecen más por la agricultura y ganadería, aunque un estudio reciente sugiere que hay ciertos países en donde las poblaciones están emigrando a zonas urbanas. Otro problema es el cambio climático, pues hace que las nubes dejen de chocar contra el bosque y esto causa que disminuya la precipitación del agua. Especies como los anfibios son afectadas.

Las especies con individuos grandes, reproducción poco frecuente y con ámbitos de acción grande, como el emblemático oso de anteojos, están en riesgo. A estos se suman tigrillos, gavilanes, armadillos.

El Tiempo y Redacción Sociedad

Los casos más graves
Etiopía está en el primer lugar con más zonas deforestadas de bosques nublados, en el mundo. En América Latina los casos más preocupantes son México, Brasil, Perú, Colombia, Bolivia y Guatemala, que están entre los 10 primeros con más deforestación. “Estos hábitats deben ser conservados en su conjunto”, recomiendan unánimemente los científicos.

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