El área es frecuentemente visitada por ornitólogos y estudiantes.
23 febrero 2014.
La rapidez con la que se regenera el manglar ha sido el principal motor para el desarrollo de la isla Corazón. Gracias a su expansión, la reserva ha crecido de 60 a 370 hectáreas en 15 años. Este ecosistema es el hábitat de hasta 52 especies de aves, como las ibis, pescadores y zaparitos, y de cuatro clases de manglares: rojo, negro, blanco y concha. El manglar está compuesto por árboles y arbustos de entre 2 y 40 metros de altura. Estas plantas poseen adaptaciones que le permiten colonizar terrenos anegados y estuarios sedimentados que están sujetos al constante flujo de agua, entre salada y dulce.
Sobre sus copas, las fragatas machos se delatan con sus hinchados pechos rojos. Se los puede observar durante todo el año, pero en los primeros días de febrero los machos están en busca de pareja. Con cerca de 10 000 aves, esta especie es la colonia más grande de la isla. Cuando se posan sobre el manglar provocan que las hojas caigan al suelo fangoso y lo fertilicen. El área es frecuentemente visitada por ornitólogos y estudiantes. La organización no gubernamental Aves y Conservación efectúa estudios sobre las colonias de las aves. Por ejemplo, hacen censos dos veces al año para determinar la población que a febrero del presente año llega a 4 500 sin incluir las fragatas.
La abundante flora y fauna se puede conocer en las mareas baja y alta. Cuando baja, queda al descubierto un playón de 30 hectáreas. Los crustáceos, moluscos y peces de este fango son el alimento de las aves. Mientras que en marea alta se recorre el interior de la isla.
Ecoturismo
La actividad se desarrolla desde hace 18 años. Los 800 habitantes de la comuna Puerto Portovelo, cercana a la isla, están ligados a esta práctica. Muchos transportan turistas en lanchas con motores fuera de borda y a remo. También son guías nativos. Los recorridos duran entre dos y tres horas, dependiendo de la marea.
Sendero de madera
En el interior de la isla Corazón se puede caminar sobre 250 metros lineales de un sendero de madera. Ahí se observa el manglar y también se escucha el abrir y cerrar de las conchas. En medio del mangle, con suerte, también aparece la boa constrictor que sale en busca de alimento.
Las fragatas
Estas aves de color negro, pico extenso y ganchudo, pueden llegar a medir hasta dos metros de ancho cuando extienden sus alas. Estos animales -sobre todo los machos- son los que captan la mayor atención de los turistas que recorren el lugar, sobre todo en época de apareamiento. Son consideradas como aves piratas, porque, al no poder nadar, roban su alimento en lugar de cazarlo. Para ello buscan a los pelícanos o lo que consiguen los pescadores artesanales.
Comunidad diversa de aves
Este sitio es el refugio de aves acuáticas, por lo que se hace paseos de avistamiento de especies. Se puede encontrarar las ibis blancas, garzas nocturnas, corioniamarillas, corinegras, níveas, reales, bulleras y cocoi. También hay cormoranes, tórtolas, garcillas estriadas, martín pescador grande, martín pescador verde, zarapitos trinadores, entre otros. Se ha reportado también la presencia del colibrí abejorro, una especie que en el mundo está en peligro de extinción.
Patricio Ramos. Redactor
pramos@elcomercio.com
La presencia de las fragatas, la especie emblemática, contribuye a la propagación de esta vegetación.
¿qué llevar?
Ropa liviana,
camisetas, pantalones cortos, zapatillas, repelente y gorra.
Agua embotellada o cualquier bebida hidratante para el calor.
Cámaras
de fotos o video y binoculares para observar las aves.