Tinoco conoce el Parque Nacional Cajas, que tiene 38 544 hectáreas de páramo andino, desde que tenía 12 años y cada lugar le es familiar.
23 febrero 2014.
Las enciclopedias de naturaleza cautivaron su atención y despertaron su curiosidad desde niño. Más tarde, en la adolescencia, las salidas de campo fueron decisivas para que Boris Tinoco apostara por la Biología, como carrera y la cursara en la Universidad del Azuay.
Este cuencano, de 38 años, registra 15 años inmerso en proyectos de investigación en el Parque Nacional Cajas (PNC) y otras reservas del sur del país, con especial atención en el monitoreo de las aves. Su primer proyecto experimental -cuando cursaba el tercer año de la universidad- fue la construcción de nidos artificiales en varios sitios de Cuenca para medir la aceptación de las aves. Utilizó musgos y huevos de codorniz y aunque no levantó la información del seguimiento, asegura que algunos sí fueron utilizados.
A los 23 años se graduó como biólogo y desde entonces labora en la Universidad del Azuay (UDA) como investigador. Desde ese espacio y con otros colegas ha prestado los servicios a la Corporación Parque Nacional Cajas, administrado por la Empresa Municipal Etapa. Ahí realizó más de 15 investigaciones de aves y aportó al monitoreo del cóndor. Para José Cáceres, con quien ha compartido investigaciones, él es “propositivo en la búsqueda de soluciones que aporten a la conservación”.
Tinoco conoce el Parque Nacional Cajas, que tiene 38 544 hectáreas de páramo andino, desde que tenía 12 años y cada lugar le es familiar. A diario dedica ocho horas a la investigación, que comparte con sus estudios de doctorado en la Universidad Estatal de Nueva York. Hay ocasiones en que se ha quedado hasta 15 días internado en el páramo. Su proyecto más importante y que es parte de su actual tesis doctoral es sobre cómo responden los colibríes a los cambios de suelo. Para esto tiene el apoyo de Etapa y de las universidades del Azuay y Estatal de Nueva York y del Aviario Nacional de Estados Unidos. De este monitoreo un dato que le sorprendió es que en el bosque de Mazán (cercano al Cajas) -donde no se permite el turismo- hay especies que están disminuyendo. “Es raro porque nadie entra allí y significa que no hay alteraciones”. El argumento de Tinoco es que les afecta las actividades antrópicas de las propiedades externas, como el cambio de bosque a pastizal. “Esto pone en peligro la supervivencia de las aves”. En el Cajas hay 21 especies de colibríes, de las cuales tres están amenazadas.
El ruido que proviene de la vía por el paso de vehículos es otro efecto nocivo, según la investigación. “No podemos pensar que los parques naturales son como islas que cerramos con muros sino que debe integrarse al manejo las áreas de fuera”, dice Tinoco. Este biólogo también estudió el comportamiento del colibrí endémico del Cajas (gorgi-violeta), que está amenazado. Le interesó porque había pocos individuos en los bosques andinos altos de Azuay y Cañar.
El monitoreo determinó los requerimientos de los hábitats, de qué se alimentan, dónde viven; y se hizo un mapa de distribución. Por ejemplo, que algunos colibríes se volvieron generalistas. Es decir, se alimentan solo de insectos. Para Tinoco, es un problema porque no se cumple con la polinización y transportación de semillas. A partir de estos estudios hay una base sobre cómo actuar en conservación con las aves y con los bosques.
Lineida Castillo, Redactora
lcastillo@elcomercio.com
El biólogo
cuencano
Boris Tinoco
participó en más de
15 proyectos
en el Parque
Nacional Cajas.
Estudia un
doctorado
en New York.
Estudió Biología del Medioambiente en la Universidad del Azuay y está cursando su doctorado. Ha realizado 15 proyectos de investigación y ha visitado centros de monitoreo e investigación de aves en Estados Unidos, México y Alemania, donde realizó pasantías.