Una mirada distinta la especie invasora

El francés Jacques Tassin pone en debate el concepto de ‘invasor’; cree que no se debe generalizar, pues la Tierra no es una isla.

16 Marzo 2014.

Al hablar de especies invasoras casi siempre se las asocia con amenaza, peligro o daño inminente. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial -años 50-, el zoólogo Charles Elton difundió el término invasor y desde entonces ha tenido una carga negativa. No hay una definición consensuada de qué es especie invasora y hoy el debate vuelve de la mano del investigador francés Jacques Tassin, quien publicó hace poco la obra ‘La gran invasión’.

Tomando las palabras de Shakespeare “nada es bueno o malo por naturaleza, sino es la idea de lo que se hace de ello”, cree que no hay nada concluyente en las invasiones biológicas.

No trata de minimizar la realidad ni de negarla, pero asegura que no hay que empeñarse en hacer amalgamas. Y para sostener esto acude a las cifras: las especies invasoras son las segundas responsables de las extinciones en el mundo, pero porque el 80% de estas se manifiestan en las islas, en donde por sus características espe­ciales, los depredadores pueden hacer mucho daño.

Pero insiste en que la Tierra no es una isla, por lo que no se puede generalizar. “Las especies invasivas de vez en cuando pagan nuestros propios excesos, ganan en donde las hemos introducido. Son ganadoras en donde otras perecen”. La tortuga de la Florida puede sobrevivir en sitios muy contaminados, mientras que en Europa se muere. Los aborígenes de Australia consideran que las invasoras tienen mérito porque se propagan en medios hostiles, han guardado ese don maravilloso que se pierde ­frente a lo que está vivo y no se les ocurriría la idea de hacer campañas de erradicación. “¿No somos especies invasoras en tal momento de la historia, toda especie puede volverse invasora si las condiciones se le prestan?”, cuestiona el investigador del Centro de Investigaciones Agronómicas para el Desarrollo (Cirad).

En el caso de las islas tienen un mayor riesgo de impacto que en una área continental.

En Galápagos, por ejemplo, se han registrado 1 400 especies introducidas de forma natural o por intervención del hombre, ya sea porque llegan en los barcos o aviones comerciales.

El responsable de Conservación de Ecosistemas Insulares del Parque Nacional Galápagos, Cristian Sevilla, aclara que de todo este grupo hay que conocer bien la biología y la ecología de cada especie. Solo entonces se puede determinar su grado de agresividad.

En estas islas están combatiendo a 256, que representan una alta o mediana amenaza. Aunque en el ‘top ten’, por ser las más agresivas, están: cabras (introducidas desde la época de los piratas); roedores, la mosca Philornis, que ataca al emblemático pinzón de Darwin. También están las hormigas de fuego, gatos, cerdos, caracol africano, etc.

Si se toma en cuenta la reflexión de Tassin, la rana Scinax ciata, introducida en los hu­medales de la isla Isabela, hace 60 años, que no ha sido un problema, aunque a escala mundial es invasora.

En un inicio se pensó que iba a competir con los flamingos, pues ambos se alimentan de invertebrados, pero no fue así. Aunque Sevilla aclara que esto no significa que no pueda volverse agresiva o problemática, por lo que su monitoreo es permanente y por prevención habría que erradicarla, para evitar que prolifere y sea dañina.

La paleontología, añade Tassin, enseña que las invasiones son una respuesta inesperada frente a los cambios climáticos. “Lo vivo afronta este tipo de adversidad adaptándose o huyendo... La idea de que los medios naturales saturados de especies se han destruido ya no tiene credibilidad”.

Redacción Sociedad

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