Cojimíes cedió 4 veces
a la arremetida del mar

Crucita y El Matal, en Jama, también son considerados en riesgo por los oleajes, que se dan en el perfil manabita. Este fenómeno se debe al cambio climático.

16 Marzo 2014.

Una pared de madera muestra cuatro líneas que simbolizan las veces que desarmó su casa para alejarse del mar. José María Olives, de 91 años, y otras 13 000 personas se han alejado cuatro veces de la playa de Cojimíes, en los últimos 30 años.

Este poblado se ubicó en una saliente del océano Pacífico, en el cantón Pedernales (Manabí). Esta península está naturalmente un metro por debajo de la superficie marítima. Por esto es considerada por la Secretaría Provincial de Gestión de Riesgos como una zona en peligro de inundaciones.

Olives recuerda que cuando era niño, en 1935, las viviendas eran de madera y se construían sobre troncos de dos metros. Cuando había oleajes de hasta un metro se trasladaban en canoa por el poblado que pertenecía al cantón Sucre. “Cocinábamos en leña. No teníamos electrodomésticos y era una diversión vivir prácticamente en el mar”. Esto pasaba cuatro veces al año (enero a mayo).

Los moradores construyeron parques infantiles y una iglesia con el pasar del tiempo. Ahí Olives se bautizó y se casó y también lo hicieron dos de sus siete hijos. Pero en el invierno de 1984, la marea creció al punto de tenerle miedo.

Los moradores trasladaron sus enseres 300 metros hacia el manglar y unas semanas después el mar cubrió Cojimíes. Para Ángela Farías, de 73 años, ese fue un nuevo comienzo. Según los registros de la Junta Parroquial, tardaron dos años en construir el nuevo poblado. “Pensamos que sería la última vez... Así que decidimos crear un lugar bonito”, dice Fabián Intriago, presidente de la Junta.

Esta vez ya había luz y se construyeron pozos de agua dulce cerca del manglar. Olives recuerda que empresarios de Portoviejo levantaron un cine y una iglesia, en la que bautizó a uno de sus hijos. La parroquia se urbanizó en un suelo que se rellenó de arena para sobrepasar los niveles del mar.

Trascurrieron ocho años hasta que un nuevo oleaje golpeara al poblado. Olives recuerda que desbarataron las casas de madera y en canoas retrocedieron lo que más pudieron.

Según el hidrólogo, Wilson Andrade, este fenómeno obedece al cambio climático que afecta al perfil costanero. El deshielo de los glaciares hace que cada año se pierdan centímetros de playa y la temperatura del mar aumente.

Según la directora provincial de la Secretaría de Gestión de Riesgos, no hay estudios sobre ese fenómeno, que movilizó al pueblo cuatro veces, pero tienen un mapa de riesgo, desde el 2008. Ahí se determinó que el sector es vulnerable porque invadieron un territorio que le pertenece al mar”.

Pero los moradores no quieren irse, en 1998, retrocedieron 300 metros más por el fenómeno de El Niño. Incluso el Municipio de Pedernales creó las condiciones para reubicarles. Olives no se fue por la pesca y Farías, porque ahí creció y educó a nueve hijos. Las inundaciones nuevamente se dieron en el2006, pero como no se fueron el Municipio construyó un muro de piedras de 250 metros de largo y seis de alto.

Las rocas han cedido por efecto de las fuertes mareas hasta que en el invierno del 2013 arrasaron mesas y sillas playeras que puso la Junta Parroquial. El Comité de Operaciones Emergentes de Manabí decidió construir un muro de 320 metros de longitud por USD 437 101, en octubre pasado.

En el último oleaje -desde el 31 de enero al 3 de febrero-, no hubo afectaciones.Para la Secretaría de Riesgos, hay tres sectores en riesgo en el perfil manabita: Crucita y El Matal, en Jama, por lo que se construyeron muros de escolleras. A diferencia de Cojimíes están sobre el nivel del mar, por lo que no tenderán a desaparecer.

Olives ya no quiere marcar su pared de madera, así que esto lo dejará a sus hijos...

Victoria Espinosa. Redactora

mvespinosa@elcomercio.com

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