La semana pasada se cumplió medio siglo de la llegada de The Beatles a EE.UU, que dio inicio a una hegemonía de los músicos ingleses. Pero de Inglaterra no solo llegó música. El siglo XX está marcado por su huella.
16 febrero 2014.
C uenta la leyenda que el 9 de febrero de 1964, durante los minutos que The Beatles estuvieron en el show de Ed Sullivan, en Nueva York no se cometió delito alguno. A los 50 años del primer recital de los cuatro de Liverpool en EE.UU., todo lo que se diga sonará a palabra repetida. “¿Qué más se puede escribir sobre Los Beatles”, redacta Nick Cohn en su historia del ‘Rock ‘n’ Roll’ titulado ‘Awopbopaloopop Alopbamboom: el pop desde sus inicios’.
Desde entonces, Inglaterra y esa ciudad portuaria se convirtieron en lo que el poeta Allen Ginsberg, ícono de la generación beat estadounidense, llamó “el centro de la conciencia universal de la humanidad”.
Cuatro meses después, llegaron desde Londres la contracara de Los Beatles, los chicos malos del rock, Los Rolling Stones. Y de ahí en más los nombres pueden sumarse con calculadora: Gerry and the Pacemakers, Herman Hermits, The Dave Clark Five, The Hollies, The Zombies, The Animals, y, sobre todo, The Who y The Kinks, que conquistaban la cultura y el mercado.
Estados Unidos vivía “la invasión inglesa”, con las armas que estos mismos les entregaron: la música negra de Chicago. Los británicos le devolvieron una música que daba un paso adelante. “De una manera extraña”, dice Dave Clark en un documental, estaban devolviendo a América lo que les había dado.
La invasión cultural inglesa, hija del blues estadounidense, tuvo una contraofensiva. En 1966, llegaba Jimmy Hendrix a Londres y les entregó a esas bandas, y las que vendrían después, una experimentación del poder de la guitarra.
Los ingleses se convirtieron en monstruos. Fueron íconos en todos los géneros posibles: Led Zeppelin, Pink Floyd, Black Sabbath, Yes, Queen, David Bowie... La lista podría prolongarse demasiado hasta hoy, pero todo tuvo su origen hace medio siglo.
Si el espectáculo -‘entertainment’ en el mundo anglosajón-, caracteriza el siglo pasado y el actual, cabe pensar en si hay hegemonía de lo inglés sobre lo estadounidense o viceversa.
En el Reino Unido se reglamentaron casi todos los deportes modernos: fútbol, rugby, golf, tenis (la broma es que allí viven la tragedia de no ser campeones en ninguno). En Estados Unidos también inventaron los suyos, pero a excepción del baloncesto, el béisbol y el fútbol americano quedaron prácticamente guardados fronteras adentro.
Los contrastes entre uno y otro se dan en la televisión. Mientras la inglesa es más conceptual, la estadounidense es más utilitaria. Para una realización en Inglaterra se requiere de proyectos; en EE.UU. el programa piloto es fundamental para pensar en su producción. Y por eso, canales como The History Channel, que comenzó con formatos ingleses para sus primeros años, dio cuenta de que no era viable en su mercado y optó por los ‘realities shows’, que tienen su predominio en Holanda.
La BBC ha sido también de vanguardia en las series de televisión. Aunque muchos sostienen que en este momento los estadounidenses realizaron la considerada mejor serie de todos los tiempos, Breaking Bad, la BBC tuvo la suya con Doctor Who. Esta serie ya es de culto, incluso en la sitcom norteamericana ‘The Big Bang Theory’, en la que se alude a ella con la misma fruición que sobre ‘Viaje a las estrellas’. Y ni qué decir de la comedia Monty Python,
En estos días, es la serie Sherlock la que más está cautivando a los televidentes.
“Es que en la TV inglesa hay más humanidad. Ves gente imperfecta que da otra dimensión de lo humano”, dice la diseñadora Gabriela Pallares. Y su hijo, Lucas, de 14 años, cuando escucha o ve algo bueno, no duda: “es que son ingleses”.
Santiago Estrella G.
sestrella@elcomercio.com
La semana pasada
se cumplió medio siglo de la llegada de The Beatles a EE.UU, que dio inicio a una hegemonía de los músicos ingleses. Pero de Inglaterra no solo llegó música. El siglo XX está marcado por su huella.