‘EL PODER TENSA LOS MÚSCULOS
DE LA CARA’

Wilson Pico está acostumbrado a leer el cuerpo, propio y ajeno, pues es la materia prima de su trabajo. Durante una pausa en la preparación de una nueva obra comparte sus teorías.

Wilson Pico
Quito, 1949; originario de La Tola. Empezó con la danza contemporánea a inicios de los 70, luego de haberse formado como bailarín clásico. Fundó el Frente de Danza Independiente y la escuela Futuro Sí. Entre sus propuestas más recientes está Cuerpo Festivo, con la que recorrió 12 comunidades del país. Ahora trabaja en un nuevo personaje tradicional: El Ashanguero, que presentará este año.

12 Enero 2013.

Esta conversación comienza con el cortés, aunque distante, estrechón de manos que corresponde a dos cuerpos extraños. Una hora 20 minutos después, nos despedimos de beso y abrazo –espontáneamente buscados por ambos–, como hacen los cuerpos que sienten simpatía entre sí.

En el medio, Wilson Pico, el ya legendario bailarín contemporáneo del Ecuador, reflexiona sobre el cuerpo y cómo lo llevamos, o sobrellevamos en algunos casos; y de algunas de esas teorías sencillas y maceradas durante décadas de búsqueda de material escénico está hecha esta entrevista.

¿ Qué es el cuerpo?
Es una cultura, a la que hay que valorar y cuidar.

¿Cuántos cuerpos administra una persona?
Se habla de unos 7 cuerpos, pero en las clases que yo doy menciono solo 5: el cuerpo físico, que es esta piel, estos músculos y estos huesos donde habita la memoria corporal; el vegetal se refiere a las propuestas en las que recuperamos el movimiento de los árboles o las plantas y nos da la flexibilidad para ceder; el mineral está relacionado con los metales, las piedras, las montañas y nos ayuda a la estabilidad; el espiritual, que es el que nos conecta con lo desconocido; y el animal, gracias al que hemos sobrevivido.

¿Hay otros tipos?
En mis talleres propongo que juguemos a transformar el cuerpo cotidiano en uno rígido; luego pasamos a uno frágil, después a uno suave. También buscamos representar un cuerpo enfermo, un cuerpo feliz o un cuerpo deprimido. Y tú que haces entrevistas habrás visto que no es lo mismo un bailarín que un general, porque el cuerpo se acomoda al papel que está cumpliendo en la sociedad.

¿Cada papel social nos construye un cuerpo?
De hecho, nos amolda. Por eso una persona que asume inesperadamente un rol importante de dirección lo primero que cambia es la posición de su columna vertebral, que se alarga, camina más recta.

¿En qué otros gestos se nos nota el poder?
El pecho también se eleva, junto con los hombros, y los músculos de la cara se tensionan, porque tratan de acomodarse de tal manera que el interlocutor no lea lo que estamos pensando. También está la clasificación más común en relación a la constitución física: gordos, flacos, altos, pequeños... Y hay otras categorías, en las que entra el cuerpo feliz.

¿Cómo es un cuerpo feliz?
No importa si es gordo, flaco, alto o bajo, pobre o rico, si tiene o no trabajo; algo ha pasado en esa persona que hace que su cuerpo se vea plácido a pesar de las circunstancias.

¿Cómo se manifiesta corporalmente la felicidad?
En un cuerpo suelto, sin tensión en los hombros ni en la mandíbula, porque cuando una persona está tensa la mandíbula permanece apretada y cambia el gesto de la cara. Los complejos, miedos e inseguridades tuercen los huesos.

¿El cuerpo se va amoldando a las posiciones incómodas en las que lo pone nuestra angustia?
Exactamente, porque los ligamentos son como cuerdas que se templan e igual que los músculos tienen memoria y son muy sensibles a las emociones y sentimientos. Muchas veces las artritis y otras enfermedades de los huesos no se dan solo por haber comido demasiado dulce o demasiada carne, tienen que ver con las emociones.

¿Qué cuerpo nos están construyendo las tecnologías de la comunicación?
Con todo lo maravillosas que son, en este caso creo que están formando cuerpos aislados.

¿Cuerpos cubículos?
Exacto. Va desapareciendo la relación directa con el otro.

El gesto de la conversación ha cambiado.
Sí, porque estamos todos alejados y no es una separación ‘brechtiana’, para analizar y pensar, sino que es un estar sin estar. Y si uno va en bus, va a ver que cuando no son los teléfonos son los audífonos; la gente va metida dentro de su mundo.

¿Cómo es ese cuerpo metido dentro de sí mismo?
Lo primero que se ve es que es un cuerpo pasivo.

¿Un cuerpo ausente y desprevenido?
Sí, ausente de lo que está pasando ese momento. Un cuerpo que está viviendo el presente está más atento y es más sensible al acontecer social. En cambio el cuerpo indiferente está quieto, no está abierto.

¿Cómo ha cambiado nuestra relación corporal con el espacio la ‘pose del siglo XXI’ (cabeza inclinada hacia abajo, mirada y manos puestas en el teléfono)?
La ha cambiado rotundamente, porque un cuerpo que se aísla deja de ser social. Vamos cortando la comunicación con el entorno, las personas, los animales, las plantas… Y no digo que todo sea negativo, pero no deberíamos utilizar las herramientas de comunicación para aislar al cuerpo.

¿Qué recomendaría que le enseñemos a nuestro cuerpo en estas circunstancias?
Nunca esta de más aprender a dar y a recibir afecto. Y para lograrlo nuestro cuerpo debe estar fresco, tranquilo, no tener miedo y no debe ir por la vida a la defensiva.

Ivonne Guzmán. - Editora
iguzman@elcomercio.com


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