Ericson López es un científico con especialidad en Astrofísica Teórica. Su formación hace que sus explicaciones siempre tengan sustento racional frente a los fenómenos que para otros pueden ser divinos.
20 abril 2014.
Y todos levantaron los ojos hacia el cielo. Era la madrugada del martes 15 de abril. Había una luna roja que era un espectáculo del espacio. Quito suele ser egoísta con este tipo de fenómenos, pero ese día optó por mostrar el eclipse, despejó su cielo y los madrugadores se dejaron fascinar por el cambio de color de la luna. Es miércoles. Las imágenes del eclipse estaban por todo el universo de la Internet. Ericson López está amanecido por culpa de la luna. Tenía que hacerlo porque al Observatorio Astronómico, donde él es el director, llegaron un par de centenas de curiosos del espacio para acercar sus ojos a la luna teñida de sangre de la que todo el mundo habló.
En Facebook apareció esta frase tras el eclipse de la madrugada: “hermosa creación de Dios”. ¿El ser humano ve al espacio y lo asocia con lametafísica, la espiritualidadantes que con las razones de la ciencia?
Por lo general sí. El ser humano común y corriente desde el nacimiento tiene esa fascinación por lo desconocido, por comprender las incógnitas que existen en la naturaleza y entre esas un lugar predominante lo ocupa el espacio, el universo, ese enigmático y misterioso universo al que pertenecemos y por la gran cantidad de incógnitas el ser humano tiende a asociarlas con un ser divino. Esa fascinación, curiosidad innata afortunadamente en varios casos va decreciendo. Cada vez tratamos de prepararnos y adquirir herramientas sólidas para realizar razonamientos lógicos. Tratamos de entender el universo desde un juego de principios y reglas que dan como resultado los fenómenos que vemos. Quienes hemos tenido la suerte de formarnos, tratamos al extremo de dejar a un lado interpretaciones donde se incluyan divinidades, subjetivismos... donde esté inmersa una explicación -a veces sencilla-, de exigir la presencia de un ser supremo que nos da una respuesta inmediata a algo que no podemos explicar.
Hay fascinación, también miedo por el espacio. ¿Hollywood es uno de los causantes de ese vínculo entre el espacio y el apocalipsis?
Quizás en un principio eso ha sucedido (...). Hoy nosotros tenemos un mundo globalizado, tenemos acceso a la información, la cual ha producido un gran desarrollo de la humanidad. Incluso las personas más humildes, en todos los países del mundo, tienen acceso a la información. Ya no es privilegio de las universidades, ni de unos cuantos investigadores, está al alcance de todos. Hoy el pueblo puede diferenciar muy bien entre lo que es una concepción distorsionada sobre algún fenómeno estelar y algún fenómeno natural de lo que realmente ocurre en nuestro mundo físico.
Es verdad, ahora hay más explicaciones, ¿pero, entonces, hay fascinación por el miedo?
A lo que quería llegar es que ese desarrollo tecnológico, esa facilidad de conocimiento hace que el pueblo deje a un lado ese miedo, ese temor que en el pasado era bien pronunciado. Recordemos cuando ocurrió el cambio del primer milenio al segundo milenio, prácticamente -según los relatos- hubo un desastre total. En el segundo cambio de siglo, en que nosotros vivíamos, no fue tan crítico. Hay mayor tendencia a aceptar, a tener más confianza en lo que dice la ciencia que en lo que simplemente se escucha en ciertos medios informales.
Pero -talvez- esa gente que no tiene acceso a la información vive una fascinación más pura que la nuestra
Nosotros vamos perdiendo el contacto con la naturaleza. Nosotros ya no tenemos ese estrecho vínculo con la naturaleza como lo tenían nuestros antepasados. Perdemos incluso la valoración de la naturaleza. Yo vería ahí la pureza de los pueblos, el resto es simplemente que quizás están viviendo -en muchos casos- un sueño equivocado, un sueño que no es real cuando se habla de fantasmas, se habla de divinidades... Nosotros ya hemos superado esto. Sabemos muy bien que son cuerpos celestes que siguen ciertas reglas de la naturaleza, como la regla de atracción gravitatoria. Sabemos muy bien cómo evolucionan. Hay un entendimiento más avanzado del mundo físico. Valoro lo que ya mencioné de los pueblos que están marginados. Ese vínculo con la naturaleza al que en algún momento el hombre tiene que ponerle atención y tratar de recuperar ese lazo que se está perdiendo.
El deseo de conocer el infinito es innato en el ser humano ¿y el deseo de resolver las incógnitas de la muerte?
La muerte -con la madurez que ha alcanzado la humanidad- se ve menos mitificada. La humanidad ha hecho conciencia sobre esa parte inherente a la existencia. Cuando uno se hace la pregunta sobre cuáles son los modos de perpetuarse en la existencia, he pensado en dos. Una forma es tener una vida infinita, que pueda vivir cientos de años; esa sería una posibilidad, pero no es real. El ser humano no está hecho para eso. Ese sería un camino, el vivir 100 o 200 años. Hay otra forma y es mediante las descendencias. Tiene que procrear, tener descendencia. Uno se perpetúa a través de ella. No es uno el que se perpetúa es la raza humana la que lo hace. En ese contexto es claro que la vida no es infinita y en un momento determinado se tiene que terminar.
Si se ve una luz en Marte (como sucedió recién) ¿no piensa en extraterrestres como el resto de nosotros?
No pienso eso en absoluto, prefiero tomarme una pausa. Hay preguntas que realmente son una locura. Existen situaciones donde es difícil mentalizar los procesos físicos que están ocurriendo. Es ahí donde uno piensa en una intervención divina, en una creación para nada natural, nada lógica. Eso es una explicación transitoria. El ser humano sigue buscando una solución alternativa. El desarrollo de la ciencia va poniendo los niveles de soporte.
Marcos Vacos M. Editor Digital
Ericson López
El científico ecuatoriano tiene 47 años. Estudió, entre otras instituciones, en la Escuela Politécnica Nacional, grado obtenido en Física Teórica. Es PhD en Ciencias Exactas, Física y Matemáticas con especialidad en Astrofísica Teórica, grado científico obtenido en el Observatorio Principal de la Academia de Ciencias de Rusia, San Petersburgo, Rusia. Es director del Observatorio Astronómico.