Los recortes que le dieron una vida más a Matisse

Incapacitado para pintar por una enfermedad, el pintor francés Henry Matisse descubrió que con los ‘gouaches découpés’ podría hacer más arte

09 Marzo 2014.

A principios de los años 40, cuando ya era un artista consagrado y reconocido internacionalmente, el pintor y escultor francés Henri Matisse pensó que su carrera llegaba a su fin. Aquejado de un recién diagnosticado cáncer al colon, además de artritis y problemas de hígado y de vesícula, en 1941 se sometió a una operación tras la cual se vería obligado a usar una silla de ruedas de por vida.

Matisse estaba convencido de que vivía sus últimos días. Por eso, cuando más tarde le preguntaran por su prolífica etapa dedicada a la creación de sus celebrados “recortes de papel”, o gouaches découpés -que desarrolló durante más de una década, hasta su muerte en 1954-, el artista señalaría que se había tratado de una suerte de “seconde vie”, una segunda vida donde exploró un nuevo formato (composiciones a partir de coloridos papeles recortados) y pudo desarrollar su arte con más libertad que nunca.

Es que lejos de terminar, a partir de 1943 su carrera vivió un inesperado giro. Aunque obligado a pasar buena parte de sus días en cama e imposibili­tado para seguir pintando debido a su salud, que le dificultaba mantener la precisión de antaño, Matisse se rehusó a abandonar su arte. Por eso, desarrolló un novedoso sistema a través del cual recortaba unos papeles previamente pintados por sus asistentes, especialmente la rusa Lydia Delectorskaya, una de sus modelos y quien tras el divorcio de Matisse, en 1939, fuera su más fiel ayudante. Estos recortes, de distintas formas y tamaños, luego eran pegados a las paredes de su habitación o estudio, donde Matisse podía jugar con ellos hasta formar coloridas composiciones, en las que se destaca un renovado compromiso con la forma y el color.

“En sus últimos años, su deteriorada salud no le permitía pararse frente al atril durante largos períodos. En cambio, la técnica de los ‘cut-outs’ o recortes de papel era mucho más permisiva. Usaba unas hojas de papel pintadas que podía recortar y que sus asistentes, siguiendo sus instrucciones, acomodaban en las paredes en distintas (y siempre cambiantes) posiciones y combinaciones”, señala a Artes y Letras Flavia Frigeri, asistente curatorial de la esperada muestra conjunta entre el Tate Modern y el Museum of Modern Art (MoMA) que aborda, precisamente, los últimos años de Matisse y que promete ser una de las exhibiciones más importantes del año.

Otra de las razones por la que Matisse decidió cambiar la pintura por los recortes fue la rapidez con la que podía trabajar con estos últimos, en contraste con el pincel. Como explicó el curador Nichollas Culliman a The Guardian, para el pesimista Matisse, quien pensaba que tenía sus días contados, este era un factor fundamental ya que le permitía aprovechar mejor su tiempo. Según Culliman, “una vez que se percató del potencial de este método, dejó de pintar para enfocarse en los ‘cut-outs”. A partir de 1943 y hasta 1954, el artista tuvo uno de sus períodos más prolíficos. “Dos días antes de su muerte, en 1954, él seguía trabajando”, explicó Culliman a la prensa.

Unos de los primeros recortes de papel de Matisse fueron para las láminas de su libro ilustrado ‘Jazz’, realizados durante la Segunda Guerra, pero que no se publicaron hasta 1947, en una edición limitada de tan solo unos cientos ejemplares. En el libro, Matisse combina coloridas composiciones con motivos circenses y texto manuscrito, en un esquema que evoca los fundamentos del jazz: una estructura rítmica quebrada por un repentino acto de improvisación, razón por la que fue descrito como “la contraparte visual de la música jazz”.

Posteriormente, a finales de la década de los 40, trasladaría la técnica de sus ‘cut-outs’ a la Chapelle du Rosaire, en el pueblo francés de Vence, cuyo completo diseño y ornamentación estuvieron a su cargo. Aunque Matisse nunca fue un hombre especialmente religioso, aceptó el trabajo gracias a Monique Bourgeois, quien fuera su enfermera y modelo en los años posteriores a su operación y quien más tarde se convirtió en monja dominica. Como gesto hacia ella fue que aceptó ayudar en la construcción de la nueva capilla, proyecto que inició cuando ya tenía 77 años de edad.

‘Henri Matisse: The Cut-Outs’ constituye una ambiciosa exposición sobre este último período creativo de Matisse. Organizada en conjunto por el Tate Modern de Londres y el MoMA de Nueva York, la muestra reúne más de 120 obras provenientes de más de 50 colecciones, entre privadas y de 50 museos. Muchas de estas piezas se presentan juntas por primera vez, en la que constituye la exhibición más grande que jamás se haya hecho sobre este período en específico.

La exposición se realizará desde el 17 de abril al 7 de septiembre en el Tate Modern, mientras que en Nueva York se podrá ver a partir del 25 de octubre. Fueron cuatro años de trabajo conjunto entre el Tate Modern y el MoMa, y para el que trabajaron curadores de ambas instituciones, incluyendo al director del Tate, Nicholas Serota, quien hace tiempo no ocupaba un rol curatorial. Es que, como ha explicado Serota, “todo aquel que ha estado en la capilla de Vence ha soñado con hacer esta exposición”.

Camila Ortiz Miranda / El Mercurio de Chile. GDA

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