EL VIEJO pasillo SE SIMPLIFICÓ Y SE VOLVIÓ rocolero

La migración ecuatoriana a Europa y a EE.UU., a finales de los noventa, optó por el pasillo rocolero, más popular.

23 febrero 2014.

A los 41 años de creación, la Sociedad de Autores y Compositores ­-Sayce- convoca al primer Concurso nacional de creación del nuevo pasillo ecuatoriano. Lo dice Troy Alvarado, presidente de esa entidad. En la nueva sede de Sayce, en un edificio de las calles Finlandia y Suecia, Alvarado esgrime la razón del concurso: recuperar el pasillo nacional, “el cual tiene menos espacio, a pesar de los esfuerzos que han hecho -en los últimos seis años- Juan Fernando Velasco, Margarita Laso, Toquilla y otros artistas, por cantar este ritmo, sinónimo de nuestra identidad y raíz”.

En estos años este ritmo ha sufrido transformaciones. Nuestro pasillo, cuyo auge se consolidó en el período 1920-1960, con letras de reconocidos compositores y poetas, ha mutado hacia otras variaciones, en los últimos 30 años, como el pasillo rocolero, muy apreciado por cientos de emigrantes ecuatorianos que dejaron el país -a finales de los noventa- por la crisis bancaria que congeló los ahorros de miles. Muchos optaron por viajar a EE.UU., España, Italia y a otros países, en busca de mejores días, y llevando a cuestas olores, paisajes, ritmos, como el pasillo culto, poético, en unos casos, y en otros, en los estratos más populares, el llamado pasillo de la rocola. Pero, ¿cuáles han sido los rasgos de esa metamorfosis del llamado pasillo de élite o culto, el inicial, hacia el rocolero? Alvarado cree que el pasillo tradicional y culto siempre ha sido asociado a conocidos poetas y compositores de principios del siglo XX, hasta los sesenta: Medardo Ángel Silva (El alma en los labios), Abel Romeo Castillo (Romance de mi destino), Nicasio Safadi (música de Invernal, letra José María Egas); Sendas distintas ­(Jorge Araujo Ch.).

Ketty Wong, autora del libro ‘La música nacional, identidad, mestizaje y migración en el Ecuador’ (Premio Casa de las Américas de Cuba, 2010), ­afirma que la coexistencia ­-desde la década de los ochenta- de ambos tipos de pasillos -el nacional y el rocolero o del pueblo- cuestiona la presentación musical de las élites de nuestra identidad nacional. Los rocoleros no hablan de infidelidades -como lo hacen los boleros rocoleros. Un ejemplo: Te quiero, te quiero, de ­Nicolás Fiallos, popular en la voz de Ana Lucía Proaño, una declaración de amor con letra coloquial, sin la poesía de ­antaño. Proaño canta en un tempo lento, con voz aguda y nasal. El arreglo musical: ­incorpora un sintetizador con el timbre del órgano en un ­registro agudo. Estos rasgos musicales sencillos no entran en los pasillos nacionales, cantados por las voces estilizadas de un dúo, una guitarra acústica y un ­requinto. El pasillo rocolero 17 años, de Fausto Galarza, es aplaudido por los emigrantes naciona­les. Wong, en sus viajes por España, sobre todo, constató la pasión que despierta el pasillo rocolero entre los migrantes en Lorca, Murcia, Madrid, cantado por Segundo Rosero, Aladino, Naldo Campos, en sus giras.

El artista Hugo Ferro, de gira en EE.UU. como productor artís­tico de la cantante Toqui­lla, intérprete de pasillos, dice, vía Internet, que su intención es reposicionar toda la música nacional, no solo el pasillo. Según el historiador Jorge Núñez, los migrantes tienen varios niveles culturales. “El pasillo rocolero gusta más a los pobres”. La añoranza geográfica es clave: Loja es Alma lojana; Manabí es el pasillo Manabí. Romance de mi destino (símbolo del desarraigo) abarca el país. El concurso del pasillo es para los 1 700 socios de Sayce. Según Paola Villarreal, el proceso culmina en abril y dará énfasis a la creación autoral del pasillo, lírica, línea melódica, armonía y, como parte adicional, la interpretación. Wong dice que la “gente decente no oía música rocolera, y peor los sanjuanitos chicheros, ambos asociados con la música de los cholos y los longos que viven en las ciudades”. En la visión de Juan Fernando Velasco ha ocurrido un renovado interés por nuestra música entre las nuevas generaciones. “Esto lo perci- ben los autores, composi­tores, intérpretes. Siento que es el primer paso. No hay aún una gran tendencia a crear nuevas obras”.

En el Puerto un ente rescata el pasillo: la Escuela del Pasillo Nicasio Safadi. Funciona en el Museo de Música Popular Julio Jaramillo, dirigido por la historiadora Jenny Estrada. Para ella, uno de los mayores problemas en la falta de producción actual del pasillo es la escasez de compositores. El compositor y profesor de música Naldo Campos, considera que hay compositores talentosos que carecen de motivación: el éxito recae sobre el intérprete. El pasillo lojano tiene diferencias en la letra con los creados en otras ciudades. Lo dice Tulio Bustos, compositor e intérprete. Él reunió más 160 poemas en un libro, 100 convertidos en pasillos.

Los compositores de hoy, el nexo con el ritmo tradicional

Margarita Laso, reconocida cantautora, destaca el trabajo de estos creadores contemporáneos: Christian Mejía, Diego Luzuriaga, Álex Alvear, Leonardo Cárdenas y Daniel Mancero. Los define como compositores actuales e innovadores del pasillo nacional y de otros ritmos. Por ejemplo, de Daniel Mancero, el más joven (bordea los 30 años), reconoce sus líneas creativas: el amor, el desamor, rasgos urbanos en sus composiciones y el desarraigo. “Christian Mejía, ante todo, mantiene una poética del amor. Los mismo puedo decir de Diego Luzuriaga”. Álex Alvear, conocido por el público ecuatoriano, desde los 80, ha innovado con pasillos instrumentales y cantados. La mayoría de artistas reside en otros países, como Estados Unidos, donde estudian y trabajan por entero en la música. Según Laso, Cárdenas musicalizó el poema de Julio Pazos, ‘Escondido en las pupilas’ (finales del 90). Un verso dice: ‘Solo en el amor te apoderaba/tan jora eras/tan arupo eras’.

En estos ‘links’ escuche pasillos de Álex Alvear, Julio Bueno, Christian Mejía y Margarita Laso
- Soñando con quito
- Sillopita
- Tarde o temprano
- Soñando con quito

Byron Rodríguez V. / Lilia Arias y Thalíe Ponce.
brodriguez@elcomercio.com

“Las composiciones lojanas hablan de un entorno y de lo cotidiano con poesía, las otras letras evocan a la tristeza y a la melancolía”. Trotsky Guerrero, conocido intérprete, coincide

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