los ROLEZINHOS develaron apharteid en brasil

La palabra negro en Brasil, que sufrió varios siglos la lacra de la esclavitud, brotó fuerte; apelativos de bandidos y prostitutas marcaron a los rolezinhos.

23 febrero 2014.

El vocablo rolar en Brasil tiene muchos significados, como el que expresa en este verso la cantante Ivete Sangalo en su popular Festa (Fiesta). ¡Que vai rolar a festa / Vai rolar! / O povo do gueto / Mandou avisar... Se puede traducir como suceder o acontecer, o simplemente reunirse en grupo para dar un paseíto o un ‘rolezinho’. La palabra tomó fuerza en diciembre, cuando los jóvenes de la periferia de Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, con casi 20 millones de habitantes, dejaron sus habituales encuentros en las calles o en los parques para reunirse en los centros comerciales más cercanos a su zona de residencia.

Más que un movimiento, el rolezinho es una manifestación de deseo de consumo de los que no tienen dinero. Van al ‘shopping center’ (así denominan en Brasil a los centros comerciales) que tiene aire acondicionado, para desear lo que no pueden tener o comprar. Y cantan temas de punk rock, especialmente los que hablan de desigualdad social o de su situación de marginalidad.

Las convocatorias a través de las redes sociales alarmaron a las autoridades y a la Policía brasileña que durante todo el año soportaron manifestaciones de jóvenes y estudiantes afuera de los estadios, en las calles y cerca de las playas para rechazar el enorme gasto (unos USD 4 000 millones) para el Mundial que organiza Brasil este año. Primero fue el movimiento ‘Passe livre’ (pasaje gratis) el que desató un clima de agitación social, surgieron después los rolezinhos, un fenómeno que revivió un pasado de discriminación que se creía superado en Brasil. Esta manifestación comenzó a detectarse en 2012 a través de los usuarios de Facebook. Los seguidores en la Red se organizaban para encontrarse en el interior de los centros comerciales. Nunca se produjeron incidentes mayores, salvo el hurto aislado de ropa o zapatos deportivos de marca. Algunas tiendas optaban por bajar sus persianas cuando se acercaba la hora acordada para el rolezinho. La Policía intervenía para desalojar a los participantes, aunque sin que se produjeran casos de violencia extrema. Paulatinamente comenzó el miedo y los centros comerciales de la capital paulista obtenían órdenes judiciales para declarar ilegales las reuniones en su interior. A quienes incumplieran la disposición se les podía multar en el equivalente a USD 3 000.

Socialmente, el rolezinho es el hijo de la llamada Clase C, a la que pertenecen millones de brasileños que escaparon de la pobreza extrema durante la década de gobierno del Partido de los Trabajadores. Se integraron dentro de una precaria nueva clase media, cuyos ingresos alcanzan un poco más de USD 500, es decir, muy lejos de lo que realmente es una clase media consolidada. Eliane Brum, una periodista y escritora de enorme prestigio en Brasil, analizó el tema de los rolezinhos mucho más allá de la coyuntura y del despliegue que le dio la prensa. Fue una novedad que surgió en la temporada de la Navidad pasada. Quedó demostrado, dice la periodista, que “cuando la juventud pobre es negra, además de la periferia de Sao Paulo, y decide ocupar los ‘shopping’ para intentar ser parte de la fiesta del consumo, entonces la respuesta es la de siempre: la criminalización”.

La Navidad del 2013 quedará marcada como aquella en la cual Brasil trató a los ‘garotos’ pobres, la mayoría de ellos negros, como bandidos por haber tenido la osadía de divertirse en los ‘shopping’ a los cuales acude la clase media para hacer compras de fin de año. Por las redes sociales, millares de jóvenes se dedicaron al rolezinho en los centros comerciales próximos a sus comunidades para divertirse, pero sin robos ni violencia.

La periodista Eliane Brum se pregunta: ¿Si no hay delito por qué la juventud pobre y negra de la periferia del gran Sao Paulo está siendo criminalizada? Y se responde: Primero porque los ‘shopping’ fueron construidos para que estos jóvenes permanezcan del lado de afuera; sin embargo, osaron superar el límite y entraron. No es legal que estos jóvenes deseen objetos de consumo, no pueden tener refrigeradoras, televisión de pantalla plana, que son los símbolos de la llamada nueva clase media, una parcela de la población que ascendió con el crecimiento del poder adquisitivo en el gobierno de Lula. Además, las grandes marcas parecen ser exclusivas solo para una élite.

El antropólogo Alexandre Barbosa Pereira se preguntó: Si fuese un grupo numeroso de jóvenes blancos de clase media, como ha acontecido varias veces, hubiera sido interpretado con un flash mob (coreografía espontánea). Y sigue preguntándose ¿por qué los administradores de los ‘shoppings’, la Policía y parte de la prensa solo consiguen encuadrar a un grupo de jóvenes negros y pobres dentro de un ‘shopping’ como si fuera un ‘arrastão’? El ‘arrastão’ consiste en que un grupo, de forma sorpresiva, rodea a una persona para robarle todas sus pertenencias. Esto no ocurrió durante las incursiones de los rolezinhos. Los analistas coinciden que los rolezinhos no están en contra de los ‘shopping’, lo que quieren es estar dentro de los templos del consumo.

Fernando Larenas
flarenas@elcomercio.com

Eliane Brum, Periodista
“En las vísperas de la Navidad del 2013, Brasil mostró la fase más deformada de su racismo y necesita corregir porque el racismo sí es una forma de delito”.

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